Si tomamos un mapa de España y coloreamos aquellas provincias en que su capital ha sido el PP el Partido más votado, observaremos la abrumadora proporción, las exclusiones son el País Vasco, León, Coruña, Lugo, Huesca, Zaragoza y Cataluña, en que la gaviota ha volado más alto, con independencia del fraude democrático de los pactos a espaldas de la voluntad popular.
Este dato invita a reflexión. ¿Cómo es posible, dada esta abrumadora ventaja en las ciudades más pobladas, que la diferencia sea tan escasa?.
Y la respuesta es la misma que dábamos a los desesperados socialistas cuando en el 77 se hacían idéntica pregunta.
El voto rural. El mismo voto rural que consolida al PSOE en el gobierno de las tres comunidades autónomas más atrasadas del país, cuestión que paradójicamente no castiga su escaso éxito para sacarlas del furgón de cola.
Y analizando los elementos comunes de todos estos núcleos rurales observamos una asombrosa coincidencia: fuera de sus capitales, el alcance de los medios de comunicación contrarios al poder autonómico es limitadísimo, por no decir inexistente. O sea, que a escasos dos kilómetros de la ciudad de Cuenca es imposible oir una radio que hable mal de Bono antes, Barreda ahora, o de Chaves, o del bellotacari, se llame como se llame el que ahora ocupa el sillón que calentaba la retambufa de Rodríguez Ibarra en la romana Mérida. En las ciudades, donde se concitan información y anonimato, gana el PP. Allá donde el pesebre es la constante, añadido al estado cataléptico de la masa, pues ya se sabe.
El domingo hubo elecciones municipales en España. Así se ahogó un hecho lamentable en la muy querida, por nuestro penco, gestión del gorila rojo: el cierre de una emisora de televisión contraria al régimen chavista.
Aquí es más sutil pero no menos despreciable.
Este dato invita a reflexión. ¿Cómo es posible, dada esta abrumadora ventaja en las ciudades más pobladas, que la diferencia sea tan escasa?.
Y la respuesta es la misma que dábamos a los desesperados socialistas cuando en el 77 se hacían idéntica pregunta.
El voto rural. El mismo voto rural que consolida al PSOE en el gobierno de las tres comunidades autónomas más atrasadas del país, cuestión que paradójicamente no castiga su escaso éxito para sacarlas del furgón de cola.
Y analizando los elementos comunes de todos estos núcleos rurales observamos una asombrosa coincidencia: fuera de sus capitales, el alcance de los medios de comunicación contrarios al poder autonómico es limitadísimo, por no decir inexistente. O sea, que a escasos dos kilómetros de la ciudad de Cuenca es imposible oir una radio que hable mal de Bono antes, Barreda ahora, o de Chaves, o del bellotacari, se llame como se llame el que ahora ocupa el sillón que calentaba la retambufa de Rodríguez Ibarra en la romana Mérida. En las ciudades, donde se concitan información y anonimato, gana el PP. Allá donde el pesebre es la constante, añadido al estado cataléptico de la masa, pues ya se sabe.
El domingo hubo elecciones municipales en España. Así se ahogó un hecho lamentable en la muy querida, por nuestro penco, gestión del gorila rojo: el cierre de una emisora de televisión contraria al régimen chavista.
Aquí es más sutil pero no menos despreciable.