jueves, noviembre 09, 2006

TEMPORA, MORES

Junto al colegio de Yago, centro de la ciudad, hay un parquecillo. Algunas tardes, y sobre todo los fines de semana soleados, aquello se llena de papás sentados en alguna terracita vigilando los juegos de sus hijos mientras disfrutan de la preceptiva cerveza con sus papas inherentes. Tiene el parque, como tantos otros, su columpio, el tobogán, una especie de castillo con su pasarela de cuerdas... y un mínimo campo de fútbol, casi futbolín, de 12 x 5, convenientemente vallado, en el que los nanos, con su balón, se pegan la gran sudada, que así vienen a casa, con ese tufillo tan característico, llenos de chorritones. Bueno, pues ahí está la cosa. Que hace unos meses, una banda juvenil de ésas, tomó el campo de fútbol con el matonismo que se supone, y obliga a pagar a los que se acercan a jugar el canon correspondiente. Los chiquillos, asustados claro, ya no van. El Ayuntamiento conoció de las denuncias y tomó su decisión: arrasar el campo de fútbol. Toma nísperos. Las conductas delictivas de unos las pagan otros. Menos mal que no les dio por pretender dinero de cada coche que pasara por la calle. ¿Qué diría el alcalde? ¿Prohibiría el tránsito rodado?. Mejor que vigilancia policial, castigar a todos los niños sin fútbol. Aunque bien mirado, igual la idea era economizar agua. Ya se sabe que esos sudores invitan a la ducha, y no estamos para despilfarros. Eso será. Que va a ser el riego. ¿Alguien cree que esta manera tan cobarde de actuar evita realmente el "choque de civilizaciones"?. A mi juicio este retroceder constante no hace sino tensar un muelle que más pronto que tarde no tendrá otra salida que dispararse. ¿O alguien es tan ingenuo como para suponer que ante las cesiones el matón queda saciado?. Pero es lo que toca. Signo de la decadencia que acabará en tragedia. Al tiempo

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