sábado, noviembre 03, 2007

NI CON AZUCARILLO

El año pasado, era domingo y verano, entraron en casa. Poco pudieron robar (más fue el daño en la puerta que cualquier otra cosa) pues poco tengo. Pero aun no siendo de la familia Koplowitz, ni estar asegurado en millones, ni disponer de algún Rembrandt por las paredes de casa, vinieron los de la científica tomando huellas de aquí y de allá con su pincelillo y polvillos esos que te lo dejan todo perdido. Así, con la rutina, a las 48 horas estaban detenidos los autores y a las 72 estaba recogiendo en Comisaria las cuatro cosas, relojes, sortijas, que nos robaron.
Eficacia policial. Procedimiento. Matan a 192. 1.800 heridos. Conmocionan a todo el país. Provocan un cambio de gobierno. Desguazan los trenes sin tomar huellas, sin analizar los restos del explosivo utilizado. Se basan en una mochila que no sólo no estalló, sino que era imposible que pudiera estallar, según dicen, y en lo que encontraron en una furgoneta que previamente había sido inspeccionada por perros policias sin descubrir nada sospechoso. Acusan, y condenan por el atentado, a un minero retrasado mental, deficiencia que se reconoce en sentencia, y a un moro confidente policial con el don de la ubicuidad, pues fue visto en varios sitios a la vez por diferentes testigos.
Y son yihadistas, dicen, aunque son conocidas en todos ellos aficiones, desde el punto de vista de la ortodoxia, bastante reprobables. Y son yihadistas, repiten, aunque sea el primer caso conocido en que haya colaboración de infieles en el atentado. Y son yihadistas, que se suicidaron a posteriori, qué curioso, pared con pared de un vecino policía que tenía el piso sometido a vigilancia desde hacía meses.
Y ETA no fue, pero tampoco Iraq, y el gobierno saca pecho de lo primero, que no se quiso siquiera investigar desde la Instrucción, recordemos el episodio de Santano y el informe pericial tipexado, no fuera que a Del Olmo le diera un digno vahído, y olvida lo segundo, cuando la fiscal se obstinó en buscar cualquier cuadratura en ese círculo Alqueadiano.
Y nada más se explica.
Y ya está. Las mentiras de Acebes y el cambio climático.
Amén. A pasar página.

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