lunes, noviembre 27, 2006

ANTONIA


Estaba señalada. Ya hacía más de veinte años que dejó de esperar a que su marido volviera de comprar tabaco. Tuvo que sacar adelante a sus dos hijos fregando suelos, de rodillas, la historia de su vida, genuflexa de tanto pedir perdón por haber nacido. Subnormal la una, drogadicto el otro, marcaron en su rostro tantos surcos de amargura, de lágrimas hacia adentro, que era imposible sostener su mirada sin dolerse de compasión.
- Ojalá se vean ustedes en las que yo me veo ahora – fue la frase que la condenó.
Esperaba, una de tantas, en la antesala del Juzgado donde condenarían a su hijo por robo, de dónde sacar si no para su dosis de muerte diaria. Se hacen interminables las esperas, la angustia, y ante las miradas y los cuchicheos de las dos testigos, estalló. Y aunque en la menuda Antonia aquellas palabras sonaban a jaculatoria, un policía avispado que las acompañaba, instó a denunciar tan "execrable" acto
Cuatro años dos meses y un día fue la pena. El Tribunal de apelación felicitó al desconsolado abogado de turno de oficio que le tocó en suerte. – "Ha sido una defensa impecable, señor Letrado, pero la amenaza es un hecho subjetivo" -.
Meses tardó aquel joven abogado en conciliar el sueño. Fue la salvaje manera de comprender el "dura lex, sed lex", que la ley puede llegar a ser brutal pero es la ley, y hay que cumplirla.
Han pasado muchos años de aquello. Oigo que un Juez, a requerimiento de un fiscal, ha procesado a los energúmenos que agredieron a un profesor de instituto, por un delito de atentado. También, que el Fiscal General del Estado entiende "que no es el momento" para embargar el patrimonio de las herriko tabernas", que no cabe hablar de otra cosa que de "gamberrada" para calificar que dos sujetos intentaran quemar vivo a un agente de la Ley. Que en la letras de las canciones de Soziedad Alcohólica, no hay que ir más allá del animus jocandi, y que, a fin de cuentas, los sesos que se desparraman en sus líricos versos, son los de un miserable soplón, especie humana desecho de tentadero sin mayor derecho a la tutela jurídica...
Me pregunto qué habrá sido de la ingenuidad de aquel joven abogado, hoy cuarentón.
Que lo digan claramente. Las urnas les han dado el poder. Hagan lo que quieran. Sin cortapisas. Sin control.
Pero no llamen a esto democracia.
Arrostren las consecuencias de cambiar las leyes. Están en su derecho, que mayoría tienen.
Pero no prostituyan la Justicia.
Aparten sus sucias manos.
Por Antonia

martes, noviembre 14, 2006

PUES VA A SER QUE NO

La historia se repite de forma cíclica. Cayó el Imperio Romano, forjado a espada, cuando los patricios acodados en los triclinium de sus villas, rodeados de hetairas amables que les servían el vino, la fruta, las viandas, al son de los pífanos, dijeron que nones a eso tan cansado y tan peligroso como la guerra: NO A LA GUERRA, decían, y los bárbaros desarrapados que venían "de provincias" con el sueño de llegar a ciudadanos, se encargaron de los trabajos más duros, el de la guerra en primer lugar. Y no fue una invasión, es que ya estaban dentro.

Carambas, como suena esto a lo que vemos ahora. Con lo calentitos que estamos en nuestras casas, con nuestro sofá, nuestro mando a distancia, la nevera llena, y nuestro mes de vacaciones. ¿La guerra? Pues va a ser que no.

Lo malo es que esto de las batallitas no depende de uno. Lo jo...robado, es que si no te defiendes te pisan, y que no todos tenemos sofá y agua corriente.

Para mantener contacto con otro, para comunicarse, es imprescindible emitir en un código inteligible para ambas partes. Es inútil intentar entenderse si mientras hablas tu interlocutor se tapa los oídos.

Estuve el otro día en una conferencia. Se hablaba de los jardines en la Valencia musulmana. Las munias. Qué lecciones de agricultura, de jardinería, arquitectura, matemáticas... Evidentemente, con el Islam llegó a nuestras tierras el progreso. Sin embargo, baste una simple mirada para constatar la grave enfermedad que padece la sociedad de esos países. Se diría que con las lágrimas del hijo de Muley Hacem el reloj quedó irremediablemente averiado, para el arrastre.

Como pasó con todos los imperios, los Omeyas, a fuerza de cimitarra, costeando, llegaron a Al Andalus. Y con las Taifas alcanzaron el máximo refinamiento. Surgieron entonces los grandes pensadores, los grandes transgresores, el colchón de plumas frente a la disciplina. Y el Imperio se derrumbó, que es lo que pasa cuando llega el NO A LA GUERRA.

Vamos, que piensan que si el paraiso se fue por el albañal, la culpa fue de los "librepensadores".

Dicen que dijo Guerra, don Alfonso, aquello de que "el que se mueva no sale en la foto".

Muévete en el Islam. No es que no saldrás en la foto, es que no verás el siguiente amanecer con la cabeza sobre los hombros. A ver quien es el guapo que dice, que piensa, que opina.

Éste es el contexto en el que el penco plantea la "Alianza de civilizaciones". Y me siento insultado. ¿Al mismo nivel lo suyo y lo nuestro? ¿Empatar? ¿De qué?.

sábado, noviembre 11, 2006

BASTA

No quisiera entrar en el relato de unos hechos que prefiero olvidar. Los pueblos, por mera higiene, tienden a orillar aquellas páginas de su historia especialmente dolorosas. Quede para los estudiosos, pero no nos empeñemos en el chapoteo en aquellos lodos tan desgraciados para todos.
Esa insistencia en la memoria histórica, histérica, revela enfermedad. Supuestas facturas pendientes de hace… setenta años.

Y no se trata, ya lo dije en sus momento aquí mismo, en punto liberal, tanto de intentar ganar, a buenas horas mangas verdes, las batallas entonces perdidas, cuanto de fidelizar las huestes supuestamente propias.

Algo así como “somos los herederos de los buenos. En cambio ellos son los nietos de los malos. Hagamos lo que hagamos, por ser quienes somos, olerá a agua bendita. Hagan lo que hagan, malditos fascistas, su origen les delata. Síguenos, compañero, que somos los tuyos”.

O algo así.

Y funciona.

La suprema incongruencia: los del progreso, mirando hacia atrás. “No se nos juzgue por nuestros actos, sino por nuestro origen”. Éste es el mensaje.

Aquello pasó. Se juntaron las circunstancias ideológicas, una situación social injusta, y una clase política irresponsable que en vez de procurar por el bienestar de los administrados se preocupó de pescar en río revuelto, hostigando a sectores enteros de la sociedad que no vieron otra salida cuando fueron arrinconados. Aquellos fueron años convulsos, y se escribieron páginas lo bastante sonrojantes como para que intentáramos olvidarlas. Pero los que no saben velar por el futuro de todos, no encuentran mayor justificación para su presente que escarbar en el pasado.

Sólo así, desde este simplismo, puede tener explicación que un país pase por donde pasa éste.

En fin.

jueves, noviembre 09, 2006

TEMPORA, MORES

Junto al colegio de Yago, centro de la ciudad, hay un parquecillo. Algunas tardes, y sobre todo los fines de semana soleados, aquello se llena de papás sentados en alguna terracita vigilando los juegos de sus hijos mientras disfrutan de la preceptiva cerveza con sus papas inherentes. Tiene el parque, como tantos otros, su columpio, el tobogán, una especie de castillo con su pasarela de cuerdas... y un mínimo campo de fútbol, casi futbolín, de 12 x 5, convenientemente vallado, en el que los nanos, con su balón, se pegan la gran sudada, que así vienen a casa, con ese tufillo tan característico, llenos de chorritones. Bueno, pues ahí está la cosa. Que hace unos meses, una banda juvenil de ésas, tomó el campo de fútbol con el matonismo que se supone, y obliga a pagar a los que se acercan a jugar el canon correspondiente. Los chiquillos, asustados claro, ya no van. El Ayuntamiento conoció de las denuncias y tomó su decisión: arrasar el campo de fútbol. Toma nísperos. Las conductas delictivas de unos las pagan otros. Menos mal que no les dio por pretender dinero de cada coche que pasara por la calle. ¿Qué diría el alcalde? ¿Prohibiría el tránsito rodado?. Mejor que vigilancia policial, castigar a todos los niños sin fútbol. Aunque bien mirado, igual la idea era economizar agua. Ya se sabe que esos sudores invitan a la ducha, y no estamos para despilfarros. Eso será. Que va a ser el riego. ¿Alguien cree que esta manera tan cobarde de actuar evita realmente el "choque de civilizaciones"?. A mi juicio este retroceder constante no hace sino tensar un muelle que más pronto que tarde no tendrá otra salida que dispararse. ¿O alguien es tan ingenuo como para suponer que ante las cesiones el matón queda saciado?. Pero es lo que toca. Signo de la decadencia que acabará en tragedia. Al tiempo

domingo, noviembre 05, 2006

DOLÇAINA

Se decía que a las cinco, cuando el clarín, enviudaban las vacas. Ya nada es lo que era, y con esto de los cambios de hora y las televisiones, las afligidas esposas han perdido hasta la certeza de su destino.

Bueno, que todo cambia.

Menos eso.

Desde que mis padres consideraron que ya era lo bastante “mayor”, allá que me iba, que a las dos en punto, llegado el primer día de marzo, se liaba una buena en la Plaza. Y había que pillar un buen sitio, que aquello se petaba, y era obligado estar pegado a la valla por la parte del Ayuntamiento.

Se distinguía a los forasteros no ya por sus cámaras, que hablo de hace muchos años, sino por su asombrosa capacidad de abrir la boca, de asombro, y los ojos, de terror. A los locales, ver las emociones ajenas, reforzaba el sentimiento de orgullo por lo nuestro.

Pim… pam… pum… aquello que empezaba de forma más o menos displicente, con su cadencia, y poco a poco iba cogiendo ritmo, hasta llegar a la locura, a los sentidos embotados, los tímpanos que ya no podían admitir ni un leve martilleo añadido, los ojos que no veían entre aquella niebla, y la pituitaria saturada de pólvora, que te llevabas a casa, impregnada la ropa de todo aquello.

Hace unos domingos, en un templete, un grupo de músicos, unos quince, insultantemente jóvenes, armados de dolçaina (especie de flauta antigua típica de por aquí) y de todo tipo de instrumentos de percusión.

La dolçaina, que apenas suena para algo más que para acompañar el cant d´albaes (canto al alba), elevada a la categoría de solista en un grupo orquestal. La recuperación de las raíces, o sea; el “kambi bolongo” aquel de la serie “de negritos” de tanto éxito en los setenta.

Mientras oía una marcha mora noté que me saltaban las lágrimas. Me sonreí. Hay sonidos, olores, (en nuestro caso la pólvora) que hacen que nuestro dedo, como el del entrañable ET, señale a nuestra casa, donde quiera que estemos, incluso mucho más si nos pilla lejos. Las tradiciones, el haber mamado desde niño una serie de cosas, quizás absurdas para los "no iniciados" pero que representan nuestra esencia. Sí, también, el "arrosito" también entra en el lote. Yo creo que esto, los atavismos patrios, constituyen el acervo más preciado de cada uno de nosotros. Lo más salvable dentro de nuestro peculiar infierno. Yo, claro, soy valenciano, pero valga lo dicho para un zamorano respecto de su Semana Santa, o la adrenalina desatada por un pamplonés en sus encierros, el llanto de un maño cuando oye en Seattle una jota… esos sentimientos tan nuestros, tan de todos.


Por eso me duele especialmente que mercadeen con esto. Que se apropien de estos sentimientos comunes, que nieguen mi valencianidad (sustitúyase por el nombre de la región de cada cual), si no profeso el valencianismo, el catalanismo, el vasquismo, el galleguismo, o cualquiera de los ismos que empujan al contenedor de la más pestilente basura cualquiera de estos olores, sabores, melodías, que hacen saltar nuestras lágrimas. ¿He de militar en tal o cual partido para apreciar con propiedad un arrós negre? ¿Me emociono menos con mi himno si no milito en tal partido? ¿Agredo a Cataluña si me cisco en el tripartito? Vemos que sí. El envilecimiento de lo más noble, o sea. Saben, además, que los sentimientos no casan bien con la razón. Miserables