martes, febrero 06, 2007

SUCEDIDOS

Conozco desde hace muchos años a Juan. Algo mayor que yo, recuerdo aquel verano, ya en la facultad, que en el pueblo nos juntábamos a estudiar los calabazones, yo de segundo, él de cuarto o quinto, no sé bien, que de esto ya llovió bastante. Él me descubrió a Serrat, a Llach, a Pi de la Serra...

Unos años más tarde, cuando ya era don Juan, supe de su vida. Le iba muy bien, me decían. Era técnico en la Consejería de Comercio, resolviendo expedientes de los administrados que solicitaban licencias, por la mañana. Las tardes las tenía ocupadas en un bufete que se dedicaba a tramitar expedientes ante... la Consejería de Comercio.

Eso sí, él no constaba oficialmente en aquel negocio. Me pregunto porqué.

Supongo que el sufriente lector de estas líneas tendrá hecha una valoración sobre los menesteres profesionales de mi amigo.

Hoy, por seis a cinco, casi en la prórroga y de penalty en el último minuto, el Tribunal Constitucional ha apreciado la existencia de causa de recusación en cierto Magistrado para juzgar un no menos cierto Estatuto.

Pienso en la opinión que tendrían esos cinco sobre Juan. Me estremezco.

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