viernes, marzo 14, 2008

Su padre, el gran Al-Mansur*, le había legado todo aquello. Nizam, Abd al Melek, era el nuevo rey almorávide de Balansiya. Vestido con las mejores galas, decidió recorrer sus posesiones, dejar sentado que él era el Señor de todo aquello, sentir la sumisión de sus vasallos, exhibir toda la soberbia del triunfador. Sin embargo, cuando la comitiva paró, coronado el otero, el nuevo valle que se ofrecía a los sentidos no pudo menos que dejarle enmudecido.
Habían dejado atrás, arrastradas por aquel tumultuoso wadi, el Suquar, en cuya isla, Al Yazirat, habían pernoctado, unas tierras que de puro rojo parecían ensangrentadas. Su dinastía provenía de la lejana Siyilmasa, paso obligado de todas las caravanas bereberes, al este de Al Hamra*. Los ojos de centenares de generaciones no habían visto otro mar que el de arena, ni más agua que la de sus diminutos oasis. ¿Qué paraíso podía avisarnos el profeta, que mejorara esto?.

Pero lo que vieron sus ojos le dejó tan sorprendido que apenas pudo exclamar, tras unos segundos que parecieron eternos: ¡Al Baydà!


..........................


El tocón de roca semejaba una atalaya derruida por siglos de mestral, impresionante, bajo la que se alzaban, a sus pies, diminutos, todo un rosario de pueblos por el valle. El nuestro quedaba guarecido por su mole, al frente Xátiva, al noroeste, y allí abajo, salvado el barranco, a tiro de piedra, Benigánim, y digo bien, que eran nombradas las arcas con el vecino, combate iniciático de tantas generaciones, pedradas, heridas de honor.
Los lugareños habían construido durante siglos grandiosos escalones, los bancales que otrora habitaban olivares y almendros, hoy asiento de frutales y viñedos, perfectos, sin apenas terrenos yermos, un enorme jardín en que los setos eran de bosque, en aquel punto estratégico en mitad del camino entre Xátiva y Gandía, el dominio de los Borja.
........
* el Victorioso
* La ciudad roja. Marrakech

.............................

jueves, marzo 06, 2008

La del Motor


Venía de la mano de Antonio el Pansa. La verdad es que apenas reparamos en ella. Y es que Antonio era un personaje, todo él enorme, que parecía que Nuestro Señor había dejado el grifo abierto y toda la naturaleza se hubiese desparramado en él.
Y claro, aquella niñita que apenas levantaba del suelo, tan poquita cosa...
Que no, que no recordamos si llegó a balbucir siquiera su nombre, ni qué negocio llevaba a Antonio con la compañía.
Por eso, cuando pasados unos años Inés, la del motor, levantaba pasiones entre los mozos de toda la comarca, y los no tanto, Vive Dios, nadie me supo decir que aquélla era la niña que acompañaba a Pansa cuando lo de Dimas, el desgraciado mediero de Don Alejandro Boles.
Su casa, en la calle del Mesón, vacía desde entonces, maldita, enmudece, todavía hoy, a los que pasan frente a ella. Muchos cambiamos de acera y se nos aparece la imagen desmadejada de Dimas, colgando de la cuerda de la corriola con que se ayudaba con las balas de paja para alimentar a las mulillas, una de Antonio, que fue por eso que se tropezó el primero con la tragedia aquel día de agosto de hace ya 14 años.
Pobre Dimas, qué vida y qué muerte la suya. Pese a sus apreturas, cuando estaba sobrio y el olor a vinacho se le escabullía, era un buen hombre, capaz, y hasta leído, que llamaba la atención tanto en tan poco contenido.
Se enamoriscó y no pudo soportar el rechazo. Demasiado que picó. Y dicen que fueron noticias de aquel imposible las que le llevaron a la última locura.
Boles le tenía de mediero, que cuando estaba era de los buenos, pero bien sabe Dios Altísimo que muchas veces le vinieron a Don Alejandro las peores ideas cuando le daba al codo.
Pero es que hubo una época en que compartieron juegos, y los viejos tiempos, decía don Alejandro, que en paz descanse, los recuerdos, son lo único valioso que nos queda a los viejos, cuando el envoltorio no da de si para vivir, sino apenas para ensoñar.
Y el caso fue que el desenlace vino justo cuando más feliz parecía Dimas, cuando más espaciadas eran sus visitas a la parroquia de Eustaquio.
Cuentan que la vio. Que la sangre volvió a fluir. Que el rescoldo apagado malamente con el vino del tabernero volvió a amarillear.
Y fue entonces, sólo entonces, cuando fue consciente de lo que había hecho con su vida, de cómo se había ido toda por el albañal. Y le faltaron las fuerzas.
Los ojos espantados de la chiquilla, de Inés, la del Motor, reflejan la escena, grabada a fuego entre sus largas pestañas. La mirada misteriosa que vuelve locos a los mozos, y a los no tanto, Vive Dios, de toda la comarca.

jueves, febrero 28, 2008

CORDÀ

Ni poco ni mucho. Ahí que me andaba yo, como un flan, qué miedo por Dios, a pasar aquel fin de semana, mi primer fin de semana, en casa de mi novia, que eran las fiestas del pueblo.

Ya conocía al personal, pero aquello tenía lo suyo, que ya era de colchón, en la habitación de su hermano, que eran épocas de menos modernismos, y aun dentro de la mayor cordialidad de la familia de la parte contratante, sentirse observado 25 sobre 24 era para un glubs.
De modo que llegado el viernes de San Miguel, ése que en el pueblo se aprovecha para la vuelta, para el reencuentro, con las mejores galas, el atasco, el derroche, el despiporren, se aprovechó para colarme como un forastero más entre tantos, aun midiendo casi dos metros, y pasar así con menos apreturas el Rubicón del ojo de la Consuelo, que en la esquina pasa revista diaria de los acaeceres de la rúa.
Pasacalle, imagen del patrono arriba y abajo, castillo de fuegos... iba goteando implacable la clepsidra... verbena en la plaza, besito furtivo... y el Valencia, que marca el hasta aquí de una sudorosa orquesta que sobre las 4 nos dice que ya está bien.

Ni mucho ni poco. Yo venía de donde no era costumbre, mas donde fueres...

Mi "papá", venía advertido, era aficionado. Y mi "cuñado" también. Y todos los de la panda. Y además médico, por lo que su casa se convertía en una especie de botiquín para los soldados del evento.
Casi vencido por el sueño, mis ojos hacían chiribitas sólo de pensar en la proximidad de la cama, en un inconsciente - ¿o era consciente? - intento por eludir el trago.
Y allí, en una noche calurosa de agosto, a las tantas de la madrugada, y ante la mirada arrobada de ella, oh ella, que me embutía en toda suerte de rebozos por si las chispas: guantes, monos, gorros, calzado militar, que uno no sabía si lo del sudor era por los miedos o por lo otro.
Trueno.
Y allá que nos vamos.

La plaza era un ruidoso desfile de modelos entre jocoso y atrabiliario, que si no fuera por la chanza ... .
De lo que fue escenario de las músicas queda solo desnudo el tablado, ahora ocupado por los que citan, borrachuzos, al toro de fuego. Tras ellos la carretera, y al fondo la cuesta donde, a resguardo – eso creen – se arremolinan los que han tenido estómago para tanto trasnochar.
Y yo en medio, que hay que marcar paquete, y territorio.
Primera docena. Bien. Apenas una finta.
Segunda. Carreras intentando alcanzar a los medrosos del más allá, cada vez menos confianzudos.
Primer viaje de "papá" acompañando a alguien por un percance.
Ráfagas de fuego, llevar la cuenta hasta el estampido. Olor a pólvora, adrenalina.
Le voy cogiendo el gusto.
Tercera, cuarta, quinta.
Se me ha puesto cara de diana, que van a por mí. Creo que ya he cumplido, será mejor volver, qué calor...
Y es entonces cuando huele a pollo, y soy yo, que haciendo como que iba a por los de la cuesta ha girado sobre sus pasos y enfocado la ráfaga al pantalón, que atraviesa, y los calzones, que lo mismo, y siento la quemazón.

Qué mejor final de fiesta que en pompa enseñar el tafanario a "papá". Tras estas intimidades, me dije, no tengo otra que el casorio.

viernes, febrero 22, 2008

Sant Miquel


Me deshabito. Cuando vienen mal dadas. Me desubico. Si barrunto afrenta. Me descobijo. Que no estoy, o sea.
Mi amigo Antonio, el del pie chungo, que se lo hizo mistos pegándole patadas a la cosa, que casi juega en Nacional, que prometía, si no es por aquella mala caída, hacía los caracoles como nadie. Qué de limpios, qué de hierbas, qué de afeites, que la misma Cleopatra fueran, de puros que al trasiego se venían.
Y les cogí afición a estos moluscos gasterópodos eutineuros pulmonados estilomatóforos helícidos, que si tan difícil adivino el patronímico, Voto a Tal que me dieran otras aficiones.
Y va a ser eso, que si las magras carnes veo peligrar, una de escondite. Soy el caracol inverso. Si él es por los adentros... yo, repito... me deshabito.
Y me veo, como no estando, en esa triste cáscara que me contiene, que se acalora, sufre, chorreo aguanta, incluso llora.... Pero tate, que no soy, que no estoy, que me he ido.
Y soy como el caracol, que a quelonio no alcanza, y tiene por fortaleza lo que no es sino frágil cáscara, esquife de la Rosa sonajero y seguro candidato al abismo de Neptuno.
Y vuelvo a mí, pasado el miedo, y me lamo las heridas, y me vuelvo, y me hallo, y soy, y entonces siento, y ahora sí, que me vienen los gritos de mis propias vísceras llamándome:
COOBAAAARDEEEE.





viernes, diciembre 28, 2007

A PROPOSITO

Es evidente que para opinar de las cosas hemos de entenderlas previamente, u opinar de aquellos aspectos de las cosas que creemos entender, aunque a veces la percepción sea errónea (y no digamos nada de la opinión que de un error se pueda desprender).

Es cierto. Cada vez la realidad de nuestro derredor es más compleja, más tecnificada, más inaprensible.

Y en nuestro intento por dominar los aspectos técnicos, misión que se me antoja imposible dada la velocidad de crucero de los adelantos que se nos vienen, hemos descuidado la facultad de abstraer.

Cuando hablamos de generaciones LOGSE no lo hacemos a humo de pajas. Recuerdo que un amigo mío me comentaba que el hijo de un conocido suyo, de un gran expediente en Bachiller, se planteaba seguir sus estudios universitarios en Zaragoza "¿Dónde está Zaragoza, papá?", fue la pregunta que sumió en profunda depresión a su padre.

Quizás alcance esto la consideración de caricatura. Y puede que lo pretenda. Pero se corresponde textualmente con el comentario de mi amigo.

El copipega de los ordenadores, la wikipedia, nos ha convertido en conductores eléctricos de una información que no asimilamos, nos desnudan de CULTURA.

Por otro lado, y soy el primero en celebrarlo, hemos abandonado el nacionalcatolicismo. Ya no hay salmodia dominical, los 10 mandamientos a la caraja.

¿Qué nos queda?. ¿A la luz de qué, ven las actuales generaciones lo que les rodea?.

Ya no vive la abuela en casa. Estamos solos, que los papás, los dos, trabajan. ¿Qué nos educa?

A: El colegio.
B: La caja tonta
C: El ordenador, el chat, el msn

Como dice la canción "Miedo, tengo mieeedo".

En el colegio se baja lamentablemente el nivel. Ya no se busca la excelencia, el esfuerzo. Contrariamente a lo buscado no se acaba sino que se multiplica el fracaso escolar. Cuando la inercia es el esfuerzo, esforzarse no cuesta. Mi generación, soy del 58, padecía exámenes de "porque sí", exámenes mensuales y exámenes finales de "todo el libro". Tenía 10 años y se me caían los piños si en cualquier examen, incluso de Geografía o Matemáticas, cometía tres faltas de ortografía. Tenía que aprender de memoria ríos golfos, cabos, listas de reyes, capitales del mundo, huesos, declinaciones... y era feliz, jugaba al fútbol en el patio, y me sobraba tiempo para casi todo.

Mi entorno era el del niño que tiene deberes en el cole. Y como mis amigos estaban como yo, no me sentía desgraciado.

Había que ir a misa los domingos, me sabía las letanías y los latines del uso ordinario (como todo quisqui) y lo mismo, que no me sentía una víctima al tiempo que me importaba más o menos lo que oía.

Es grande el mérito de quien, pese a la Play, el PC, los treinta mil canales de televisión, los planes de estudios del colegio, el nulo control en sus casas para que se estudie, pega chapa.

Y eso redunda en unas generaciones carentes de fundamentos con que racionalizar lo que ven, aprehender, única forma de poder elaborar un discurso lógico.

Siempre he admirado a aquellos profesores que eran capaces de explicar de forma sencilla las cuestiones más abstrusas. Por el contrario desdeñaba a los de discurso oscuro. Los primeros me demostraban que habían digerido el pensamiento que pretendían explicarme.

Los segundos que no eran capaces o de sintetizar el pensamiento o de expresarlo de forma inteligible. O ambas cosas.

"Las ciencias adelantan que es una barbaridad", y para poder comentar u opinar de las cosas hay que entenderlas. Y la mayoría carece, carecemos, de código.

Y esto enlaza con muchísimas otras cuestiones

miércoles, diciembre 19, 2007

En casa somos doce

Familia numerosa, que llaman. Al poco de cumplir los dieciséis, Antonio empezó a rondarme.

A mí, la verdad, gustar a un chico me hace sentir especial. Pero por otro lado era bastante bruto y maleducado. A mis padres y a mis hermanos no les gustaba nada.

A mí, pues no sé... según días.

Y Antonio empezó a ponerse cada vez más desagradable. Primero fue el coche de papá, que apareció una mañana lleno de rayones. Otro día pegaron fuego a los buzones de casa. Hasta hace un par de meses, que fue cuando llamaron del Hospital. Habían dado una paliza a mi hermano Luis y tenía tres costillas rotas.

Papá me miró.

Y ya no nos pega Antonio. Hay paz.

Pero Marcelo, Marisa, y sobre todo Luis, el pobre Luis, miran de forma diferente a papá, como que le han perdido el respeto. No entienden que pueda dormir a pierna suelta por las noches.

¿Y yo? Muchas veces me sorprendo llorando.


Mañana cumplo 17.

martes, diciembre 11, 2007

A LOS MIOS:

Sabed que no soy amigo de blondas ni oropeles, y que llegadas estas fechas del abrazo fraterno, a fuer de repetido porque Cronos es inmisericorde, uno llega a conclusiones poco navideñas, palabra con la que precisamente definimos el buenismo tontorrón que se nos pone en la faz por la sola caída de la hoja del calendario.

Y es que basta rascar un poco para que aparezca en toda su crudeza la falsedad, el cartón piedra, la falta de sinceridad, la sola pose.

Pero siendo fechas de reencuentros, de la escena de El Almendro volviendo a casa por Navidad, de burbujas, de uvas, de campanadas, de urbi et orbe, y de exceso voluptuoso por la cosa del yantar (que esto sí que sí, que me pierdo) y de la libación de todo lo que haya en el botellero (y si lo otro me pierde, a esto no menos afición), a uno se le pone como cara de felicidad, por más que piense que muchas veces es que el alcohol embota y nos hace olvidar, que no reparamos, en el desastroso agujero que tanto jolgorio provocará en la cuenta cuando llegue la penosa cuesta que de enero llaman...


Pero vamos a intentarlo, a ver qué sale:

Caminando por las trochas de cobre alfombradas
todo nos anuncia quietud, que no es muerte sino vida
que el letargo es el impulso natural que en estampida
rebosará nuestros sentidos en llegar la primavera

Tiempos llegan que invitan al refugio, olor a leña,
a la charla confidente del amigo que acompaña,
al trasiego de los vinos en que ahogamos nuestras penas,
a los brindis por aquéllos que emprendieron ya su Viaje

Y a proyectos, a promesas, a ilusiones, que son horas
de mirar por los adentros, de encontrar, por fin, la almendra,
decir eureka, seguir a meta, apurar el vaso, gozar la vida...
dar a los amigos el abrazo, y el beso agradecido del amante.


Abrazo.